Yo, que tengo cierta desconfianza hacia los feministómetros, dudo mucho de que el depilarse o no depilarse hable de un grado mayor o menor de identidad feminista. Yo creo en la elección porque creo en la capacidad crítica de las mujeres. Por ello, entiendo que la manera de enfrentar el mandato de género que obliga a las mujeres a depilarse no es necesariamente dejar los pelos crecer sino cuestionar la ciega asimilación de prácticas sociales femeninas.
Ya decía June Fernández que la depilación femenina es “un mandato de género difícil de saltar”. A continuación, empleo un par de las afirmaciones que la directora de Píkara Magazine plantea en uno de sus últimos artículos para hilar mi postura sobre este tema.
Opciones que no son igualmente respetadas
Yo no me depilo constantemente. Cuando estoy sin depilar siento las miradas reprobatorias de la gente. Esto provoca irremediablemente en mí una vergüenza pasajera y silenciosa que me ataca por la espalda. Me siento, por unos momentos, confundida. Entonces se me hace otra vez evidente lo fuertes y asentados que están los mandatos de género en nuestra forma de entender la feminidad y el decoro.
Cuando estoy sin depilar incumplo las expectativas que se tienen de mí como mujer. Y cuando se da esta situación no puedo sino plantearme la disyuntiva clave: ¿qué es más importante para mí: la aceptación social en el cumplimiento del estereotipo femenino o la decisión que nace de mi propio pensamiento y actitud?
La depilación es una expresión más de la “violencia simbólica sexista y machista”
El estado de confusión y vergüenza antes descrito es encarnado en mi cuerpo como una situación de control sumamente desagradable que me debilita como sujeto individual. Cuando una situación pasa de ser un hecho aislado a convertirse en un acto sistemáticamente repetido, pasamos del ámbito de lo puramente experiencial al ámbito de la realidad estructural. Hete aquí que la estructura de sexo/género se ejemplifica límpidamente en la depilación femenina.
La obligatoriedad de la depilación femenina reinante en nuestras sociedades es, sin duda, una expresión de violencia simbólica contra las mujeres que se resume en los tres puntos siguientes:
- Violencia sobre la que no se depila que se expresa en forma de irrespeto, cuestionamiento y rechazo.
- Violencia sobre la identidad de mujer que se elige y autoconstruye.
- Violencia canalizada a través de los mandatos y los estereotipos de género que son monstruos gigantes de imposición y pensamiento único.
Reducido a puro acto, depilarse o no depilarse habla de una cuestión puramente estética. Juzgar y valorar a las mujeres por este acto es una expresión del dominio machista sobre la imagen deseada del cuerpo femenino en la sociedad de mercado actual.
Depilarse o no
Una de esas pequeñas grandes cosas que nos enseña el feminismo es que somos las mujeres las que debemos decidir qué hacer con nuestro cuerpo y cómo gestionarlo. Y, desde una decisión reflexionada y crítica con el androcentrismo, querernos y nunca boicotearnos.
No depilarse es, cuando menos, un acto de gallardía feminista. Pero depilarse es también el resultado de una decisión personal. Asegúrate realmente de que cuando te depilas lo haces siendo consciente del cumplimiento con un determinado estereotipo femenino. Si lo dudas, déjate el vello crecer… y a ver qué pasa.
Colofón
La libertad de elección que otorga el feminismo a las mujeres es una de las bases del empoderamiento. El feminismo construye mujeres críticas y fuertes, conscientes de su identidad de género y combativas contra cualquier atisbo de amenaza machista.
Quien se crea en legitimidad de cuestionar nuestro criterio, higiene personal o identidad por este u otros mandatos de género no es más que una persona necia y superficial. Y para mí no existen peores insultos.
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Rocío Salazar – Ilustradora (Gracias por tu arte feminista tan lleno de gracia y verdad)
Tanto revuelo por unos pelos… June Fernández.
Qué asco… Yo me depilo porque es más limpio andar sin pelos. Hasta los hombres hoy en día se rasuran y se recortan pelo de las axilas y el vello púbico… y de la cara, obvio. Es para estar mejor, es más limpio, más fresco, etc. No somos monos, y sino, no usemos ni shampoo… o sea!
Jajaja, me encanta tu humor Patricia! Lo del champú es muy gracioso. … La verdad es que, si hablamos de limpieza.. a mí me pasa que creo que hay cosas mucho más cerdas de la gente que además tienen un mucho mayor impacto social que llevar pelos o no… no hay más que ver cómo tenemos las calles y los espacios públicos y los tipos de hábitos que tenemos en casa respecto al cuidado del entorno… pero, ay, que me voy de tema: que sólo hablamos de la «limpieza» corporal… ¿o está todo relacionado? Yo diría que sí, pero bueno, eso ya es un debate muy extenso que no sé si estás por la labor de mantener. Yo encantada, ya sabes. Pero bueno, al caso: recurrir al respaldo de la higine individual para justificar la depilación me parece una sandez tan vacía que no sé si por dónde cogerlo. ¿Una mujer que no se depilano es una mujer que cuide su higiene? ¿un hombre que no se depila tampoco? Entonces, ¿las mujeres de otras culturas o los hombres que en la nuestra todavía no se depilan son un@s descuidad@s por no decir cerd@s?… ¿los hombres que actualmente sí se depilan descubrieron de repente un día que habían sido un poco guarros y pasaron inmediatamente a depilarse? ¿Son, entonces, la vanguardia de la higiene masculina, el futuro deseable de nuestros hombres?…..no sé, no sé… a mí me suena un poco flojo todo esto…. te invito a que te leas el post de nuevo y que trates de recuperar la iea verdadera que trata de transmitir y que no es precisamente la del cuidado de la higiene. Y, ojo, que no hay cuerpo bello ni sano ni cuidado que no esté acompañado de un buen lote de pensamiento, criterio propio y auto crítica.
Bueno, cuando lo leas de nuevo y extraigas algo más jugoso que podamos debatir en este espacio de debate feminista, te estaré esperando con la amplia sonrisa y las ganas de aprender de ti.