
Hace unos días, criticaba en mi muro de FaceBook un artículo escrito por el periodista Javier Gómez Santander por ser androcéntrico. Muchas personas se quisieron defender de mi crítica asumiendo que les estaba llamando machistas.
La problematicidad de mi crítica sobre el androcentrismo del citado artículo deriva, a mi modo de ver, de dos aspectos distintos: en primer lugar, del desconocimiento de lo que en esencia significa el concepto «androcéntrico», pero también de la saturación de muchas personas respecto a las incansables ‘críticas a todo’ que hacemos las feministas de pro. Y les comprendo.