Quien trabaja con indicadores, bien sea en su elaboración, aplicación o manejo posterior, bien sea al principio, al final o durante todo el proceso del ciclo de la intervención, se ha topado seguramente con la siguiente dificultad: ¿qué hacer con los indicadores cualitativos?
Lo “difícil de medir”
A lo largo de mi experiencia como formadora en Indicadores de Género me he encontrado siempre con interesantes debates y escollos no siempre fáciles de superar en relación con el diseño, empleabilidad y fiabilidad de los indicadores cualitativos. En más de una ocasión, las personas asistentes a las formaciones han mencionado lo cualitativo como “lo difícil de medir”. Sin lugar a dudas, es más difícil medir las cualidades de las cosas que medir la cantidad de veces que un fenómeno se repite.
Paula Cirujano e Irene López señalan en un documento de trabajo en torno a la igualdad de género en los Objetivos de Desarrollo del Milenio que es necesario incluir, además de otros aspectos de desigualdad no contemplados en los objetivos, metas e indicadores, “una visión más cualitativa de los indicadores que ayude a comprender los progresos reales en la igualdad y no la mera presencia numérica de las mujeres en determinados ámbitos” (pp. 36).
Para completar su crítica, ofrecen para el ODM3 algunas sugerencias de aspectos que podrían ser medidos con indicadores de carácter cualitativo:
- en relación con la educación: no sólo la relación de género en la educación o la alfabetización sino también la calidad de la educación, incluida la educación no sexista;
- en relación con el empleo: no sólo la proporción de mujeres en el sector no agrícola sino también la calidad en el empleo en términos de condiciones de trabajo o la repercusión del trabajo reproductivo sobre el empleo;
- en relación con la participación política: no sólo la presencia de mujeres en el parlamento, sino también la producción de leyes y políticas que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres;
Estas son sólo algunas ideas que nos sirven para constatar un hecho fundamental a la hora de distinguir entre indicadores cuantitativos e indicadores cualitativos: lo que verdaderamente distingue entre los indicadores cuantitativos y cualitativos, más allá de la metodología empleada, es el hecho de que el indicador se enmarque en el campo de la representatividad o de la significatividad (Alonso: 1998).
Representatividad y significatividad
La representatividad nos habla de lo meramente cuantificable, de la repetición de hechos que se cuentan uno por uno y que ofrecen sentido social cuando se valoran proporcionalmente.
Conocer la representatividad de los hechos sociales es necesario. Es necesario que manejemos indicadores de género cuantitativos para dotar de un sentido relativo el alcance de los cambios logrados y conocer de forma precisa la situación de mujeres y hombres en la sociedad.
Por ejemplo, un indicador de género cuantitativo en relación con la conciliación nos hablaría de la proporción de mujeres y hombres acogidas en la empresa al permiso de reducción de jornada por cuidado de menores.
Los indicadores cuantitativos, generalmente, son los más fáciles y viables de ser empleados en las intervenciones. Aunque muchas veces este tipo de indicadores se limitan a la visibilización de aspectos que no permiten desentramar o indagar más profundamente en la compleja realidad social, todo lo que pueda medirse de forma cuantitativa ha de ser medido.
Por otro lado, la significatividad tiene que ver no tanto con la cuantificación de los hechos sino con sus cualidades. Los indicadores cualitativos buscan el significado de los hechos sociales, el sentido que late detrás de aquello que ocurre o que medimos de primera mano. He aquí lo complicado: ahondar en las cualidades de los hechos sociales es topar de lleno con la complejidad de la vida, del individuo y del entramado social (Alonso: 1998).
Por ejemplo, un indicador de género cualitativo en relación también con la conciliación nos podría referir a las actividades reales a las que los hombres y las mujeres acogidas a la reducción de jornada por cuidado de menores dedican el tiempo laboral reducido.
Los indicadores cualitativos hablan de ética
Much@s investigador@s o profesionales que trabajan con indicadores consideran que lo más complicado de los indicadores cualitativos es el tiempo y el dinero que se requieren para poder diseñarlos, aplicarlos y analizarlos adecuadamente.
Sin embargo, lo verdaderamente complicado para introducir indicadores cualitativos se refiere a recursos de otra naturaleza : es la capacidad de escucha y la riqueza interpretativa, el conocimiento profundo de los hechos sociales analizados, es una cuestión de apertura intelectual e incluso de ética (Álvarez-Gayou: 2003).
Desde el punto de vista del género, por consiguiente, es imprescindible el conocimiento profundo y crítico de la realidad social sobre la que se interviene o se investiga ya que únicamente el manejo de las bases sobre las que se asientan las relaciones de género en cada contexto de análisis nos facilitará el uso adecuado de indicadores de género cualitativos… si no, ¿cómo sabríamos alcanzar la significatividad?
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