Hoy cumplo 35 años.
Así, de pronto, me parece que estoy empezando a hacerme mayor.
Una mezcla de satisfacción e inquietud me dejan el rostro absorto: tengo que pensar cómo me siento.
¡Todo el día pensando!
Hoy, que cumplo años, que quiero lanzar mi cariño y mi abrazo a todas las personas que me hacéis la vida hermosa, me gustaría deciros también que me siento una mujer fuerte, sólidamente acompañada, alegre y, cada día lo intento, un poquito más zen.
Diversos caminos de conocimiento y aprendizaje me permiten decir hoy esto sin que sea mentira. El de los feminismos, sin duda, es uno de los más importantes. El feminismo me ha dado claridad de pensamiento y algo de ingenio. Me ha permitido elegir mejor, pisar con garbo, follar con placer, ser madre crítica e hija pelmazo. Me ha enseñado a no callar la boca ante las machiruladas y a callar a tiempo ante quienes están intentando aprender.
Pero también está el camino del yoga y la meditación. El de la autogestión de la salud al que me lanzó sin darme cuenta mi enfermedad de crohn. Está el del conocimiento personal que me he trillado en dolorosa soledad pero con increíble coraje. Está también el camino de lo común, de lo colectivo y de la conciencia ciudadana 3.0 que nos conecta a unas con otras aunque nos empeñemos en huir y en correr hacia el otro lado. Y está, digámoslo hoy, el del amor.
El amor que no sé definir pero que lo siento. El amor hacia todas las personas que estáis en mi vida, en mí día a día o en mi historia. El amor de los besos que me dan cada mañana en casa, el de las cañas que celebro junto a mis grandes amigas, el amor de las pipas y de los escondites de cada tarde en el parque, el amor de quienes, de vez en cuando, me decís alguna cosa hermosa o me defendéis ante los peligros cotidianos. El amor de quienes estáis a mi lado, de la manera que sea.
El camino del amor se entremezcla con todos los demás. Incluso con el de la política, que tantos disgustos nos sigue dando.
Con estos 35 seré un poco mayor, tendré algunas ideas un poco más claras y otras se darán media vuelta. Pero en estos 35 quiero, sobre todo, seguir conservando la lucidez para distinguir lo que me hace bien de lo que me quita vida y potencia. Porque yo seré muy pro-diálogo pero también soy dura como como un palo. Y en este 2016 no pienso parar.
Que el amor no nos pille despistadas.
Gracias a tod@s por acordaros de mí hoy.
¡Muchas felicitades Ana!
¡Muchas gracias Sonia! Que tengamos un 2016 cargado de días y noches combativos y alegres 🙂