Vivo el viajar sola como un ejercicio extraño de vindicación feminista, como un decirle al mundo: estoy yo, y me basto.
‘Viajo sola’ es el título de una novela negra del año 2014, una película italiana del año 2013 protagonizada por Margherita Buy y una proclamación feminista a modo de hashtag que en el año 2016 dio la vuelta al mundo tras el asesinato de dos turistas argentinas en Ecuador.
Últimamente viajo sola. Viajo bastante, y lo hago sola. Viajo por mi empleo. Viajo a ciudades de España en las que como sola después del trabajo. Como sola en restaurantes en los que la gente come de a dos o de a tres, acaso. Me gusta entrar sola y que me pregunten: -¿Mesa para cuántos? Y yo responder: – Mesa para una.
Me gusta ejercer esta libertad de estar sola. De hecho, me encanta. Y la vivo como un ejercicio extraño de vindicación feminista, como un decirle al mundo: estoy yo, y me basto. No necesito a nadie más, no, por lo menos, ahora, en este momento. Por supuesto que en mi vida necesito a las demás.
A las mujeres, que nos fue expropiada la independencia y la autodesignación, sobre las que cayó el aislamiento y el encierro normativo, sobre las que se cierne esa nebulosa de la abnegada entrega al otro como máxima -o casi primordial- vía de desarrollo individual, a las mujeres, a algunas mujeres, digo, nos gusta la soledad.
Nos gusta viajar solas.
Comer solas.
Estar solas.
Lo personal es político y mi soledad, escogida, es todo un símbolo.
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