
Cuando vamos al cine, o cuando escogemos libros para leer, nos solemos basar en nuestras preferencias, esos criterios propios que orientan nuestras elecciones. Una de las cosas que generalmente buscamos -consciente o inconscientemente- es identificarnos con quienes protagonizan los relatos. Esto hace que nos sintamos parte de la historia, nos hace sentir bien, vivas.
En materia de cine, yo tengo habitualmente claras mis preferencias: cine hispanoparlante, dramas, películas de acción y thrillers y también las óperas primas… pero, sobre todo, más que nada, busco que las películas no estén protagonizadas exclusivamente por hombres.
Ya ves, me aburren.
Pero lo tengo difícil: la mayor parte de las películas a las que tenemos acceso en nuestros cines están protagonizadas por hombres. La mayor parte del relato oral está protagonizado por hombres. Los hombres encarnan lo absoluto de la experiencia humana y en ellos tienden a concentrar la inmensa mayoría de las historias contadas.