Una de las cosas más difíciles para mí como emprendedora en consultoría de género ha sido la fijación de tarifas.
Esta dificultad puede explicarse de diferentes formas. Sin duda que hay una cuestión de género, de cómo las mujeres nos relacionamos con el dinero, de cómo las mujeres proyectamos e interpretamos nuestro desarrollo profesional, de cómo las mujeres priorizamos unas actividades económicas (no remuneradas) y no otras (remuneradas). Yo sé que el patriarcado ha construido una feminidad a la sombra del poder, y el dinero es poder.
Pero no quiero hablar de esto hoy.
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