Resulta que muchas personas (y personalidades) se han echado las manos a la cabeza por una propuesta que, a mi juicio, es bastante esperable.
Mucha gente se ha revuelto por la propuesta de la Alcaldía de Madrid de contar con alguna mujer (en vez de con un hombre, como es habitual) que hiciera de Rey Mago. Algunos barrios de la capital han ido más allá y contarán finalmente con una mujer pero que hará de Reina Maga, sin travestismos.
Pues me parece fenomenal.
No entiendo bien por qué tantos aspavientos. Es una propuesta bastante esperable que, queramos o no, tiene un importante valor simbólico. No ya tanto el hecho de contar con una mujer travestida de Rey Mago (que me parece el pasito previo a la rotundidad de la Reina Maga) sino el hecho de plantearnos la necesidad de subvertir también en esta ocasión el orden masculino asumido con tanta naturalidad.
No soy conocedora de las Sagradas Escrituras así que no puedo demostrar por mí misma la forma en que los “reyes” Magos fueron nombrados en el inicio de los tiempos de esta nuestra santa tradición espectacular y consumista. Pero voy a darle un voto de confianza a Barbijaputa, que parece haberse empollado el texto y afirma que la única referencia bíblica a los Reyes Magos es la siguiente:
“Nacido Jesús en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes, unos Magos llegaron de Oriente (…) Y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta pararse sobre el sitio donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Y entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre, y postrándose le adoraron; luego, abrieron sus cofres y le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra”.
Así que,
- ¿Qué nos ofusca tanto: la ruptura con la tradición religiosa o con la tradición en general?
- ¿Qué nos parece tan mal: que pongamos en juego la ilusión fantástica de las niñas y niños o que sencillamente pongamos en evidencia la primacía masculina en nuestras representaciones culturales de la festividad navideña?
- ¿Qué nos parece más sectario: mover las piezas del juego para fomentar la reflexión sobre las reglas establecidas o defender son sorna e indignación el statu quo?
Oigan lo que me parece:
Me parece que le damos mucha importancia a cosas pequeñas (como la incorporación de mujeres en el tradicional festejo) y poca importancia a grandes cosas (como la apuesta por la visibilidad del sexo generalmente menos representado en el imaginario cultural).
Me parece que nos enfada que nos tambaleen lo que teníamos tranquilito y sencillamente asumido.
Me parece que, quizá, la Maga (o magas, oye) se quedaron las pobres ocultas en el masculino genérico de “Magos”. Eso nos pasa entonces por hablar con lenguaje confuso. Si al final todo vuelve.
Y me parece que nos faltan algunos revolcones, un poco más de inventiva y algo más de amplitud. Porque, si realmente lo hemos inventado todo, ¿qué nos impide seguir haciéndolo?
PD. Apunta mi amiga Reme con gran acidez que en los colegios femeninos (ella fue a uno), cuando se presentaba el Belén viviente, a San José lo encarnaba la más alta de la clase (travestida, claro), a la Virgen ¡la más rubia! (muchas rubias por esa zona geográfica, sí) y al angelito la más menuda.
Pues eso.
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