Categoría: Consultoría de Igualdad

La fiebre de los Indicadores de Género

La ‘fiebre’ de los indicadores de género es relativamente reciente en el campo de los estudios de género y de las políticas de igualdad y, aunque lentamente, va haciéndose su hueco.

No me caben en un post la cantidad de recomendaciones y mandatos que a nivel nacional como internacional remiten a la utilización de indicadores de género en las políticas públicas y en los proyectos y programas de intervención social ¿A qué viene esta obsesión? Aquí te lo cuento brevemente.

En un post previo remarcaba la idea de que un indicador es una herramienta de análisis social que al aportar información sobre la realidad es de gran utilidad en la planificación de intervenciones a cualquier escala.

 

¿Por qué emplear indicadores de género?

Lo más importante de los indicadores es que contribuyen a hacer mejores actuaciones. Nos interesan los indicadores porque nos ayudan a hacer programas más eficaces al permitirnos conocer la realidad contextual en la que se encuentran las personas que son beneficiarias/partícipes de esas mismas actuaciones. Son, por tanto, las personas, su bienestar y su ‘buen vivir’, las que subyacen en última instancia en las recomendaciones y mandatos que avisan de la necesidad de introducir indicadores en cualquier intervención social.

 

Pero hablamos de las personas en su idiosincrasia.

Hablamos de los cuerpos sexuados. De las mujeres y de los hombres.

Hablamos del género que nos atraviesa.

Y, por consiguiente, debemos hablar de «indicadores de género».

 

Afortunadamente, la perspectiva de género, en los últimos años, ha protagonizado un enorme avance en las agendas globales.

Somos cada vez más quienes, al compás de la revolución más importante del siglo XX (Virginie Despentes, Diagonal, julio 2016), argumentamos que el enfoque de género debe guiar la elaboración de políticas públicas y de actuaciones con impacto social y, en una relación específica con los instrumentos de las políticas, exigimos que las estadísticas e indicadores sean elaborados y analizados con enfoque de género. Porque los indicadores dan una base de evidencia para la investigación y el desarrollo de políticas. Y los indicadores de género nos aportan esa evidencia teniendo en cuenta el sistema de desigualdad estructural basándonos en el sexo/género.

 

En este sentido, un indicador de género responde a la necesidad de que en los procesos de planificación se tenga en cuenta una mirada feminista desde la que no se diseñen ni evalúen políticas o proyectos ciegos al género (y, de este modo, obviar las diferencias y posibles desigualdades que existen entre las mujeres y los hombres en tanto que tales). Tal y como lo expresa la Comisión Económica para Europa de la ONU, gender indicators are the basis for analysis to assess differences in the situations of women and men and how their conditions are changing or not (UNECE, 2010: 7).

 

El creciente compromiso con los indicadores de género responde, por tanto, a un movimiento social y demuestra la incidencia que, con mucho esfuerzo, estamos teniendo investigadoras, activistas, políticas y ciudadanas feministas en las instituciones y organismos nacionales e internacionales ¡Sigamos adelante!

 

 

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