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Mamá Noel no existe.

Estaba yo dándole vueltas al último post que publicaré este año y pensé que sería divertido hacer una irónica llamada a las reinas magas y mamás noelas que hay en todas las casas y que, sin embargo, parece que están como ausentesAl principio tanteé la posibilidad de escribir sobre todo aquello de los juguetes sexistas y la horrorosa publicidad diferencial que hacen todavía las grandes empresas y tiendas jugueteras -y que las madres y padres, abuel@s y etcétera acatamos sin mucha pelea- pero es un tema harto trillado ya y no me veía aportando yo alguna otra idea interesante o divertida en esta cuestión.

Pero mira tú que en esas cábalas se me ocurrió una cosa sencilla y fácil de poner en práctica en cualquier momento.

Busca  en imágenes de google “papá Noel”.

…..

Te encontrarás en casi todas las imágenes un hombre regordete y entrañable, feliz de ser tan generoso y cargadito de regalos para tod@s nosotr@s.

 Busca ahora “mamá Noel”.

…..

Fiu. No sé si cortarme las venas o dejármelas largas que diría una amiga.

….

Me dice un pajarito mientras escribo que estaba claro que iban a aparecer ese tipo de imágenes porque “mamá Noel no existe”. Claro, claro que no existe pero fíjate qué curioso: Papá Noel sí existe (bueno, ya, sí pero no) y sin embargo la mayoría de las imágenes de él que nos encontramos son solamente dibujos. Por el contrario, Mamá Noel no existe de verdad de la buena y casi todas las imágenes que encontramos en google images son de mujeres vivitas y coleando. Y tan.

Paradojas de la navidad.

Es decir, a pesar de que a papá Noel nunca nadie le ha visto, le sabemos dibujar todo el mundo prácticamente igual porque no tenemos duda de cómo es –buen trabajo el de los medios, sin duda. Y a mamá Noel, que  tampoco nadie la ha visto nunca, la imaginan en cambio súper cañón y súper sexual, con carita golosa, canalillo visible y culo redondo y prieto como dos buenas bolas de nieve. Tanto es así que en un simple dibujo no quedaría bien: sin duda es mejor que la represente una mujer de carne y hueso.

Y bien, ¿qué hacemos con esta información visual tan jugosa? ¿De qué nos valen los indicadores de género en todo este cóctel de gorritos, posturitas, regalitos y disfraces rojos?

Por jemplo, una forma sencilla y cuantitativa de hacer a esto una lectura de género con indicadores sería la de contabilizar primero las imágenes totales de mamás noelas y papás noeles. A cada uno de esos totales podríamos sacarle sus respectivos porcentajes de imágenes sexualizadas. Ya sabemos quién arrasaría.

Paralelamente, se me ocurre que podríamos hacer también una comparación porcentual de las mamás noleas y papás noeles que portan regalos…. Porque, ¿acaso no es esa su primera y casi exclusiva razón de ser? Bueno, será que no, será que sus tareas no son las mismas: los regalos ya los lleva Papá Noel… Mamá Noela tiene otros menesteres pendientes. Cómo he podido yo dudarlo.

En definitiva, lo único serio de todo esto es plantearnos cómo en nuestros imaginarios la idea de mujer está tan íntimamente relacionada con la sexualidad y dirigida a un público mayoritariamente masculino que consume –porque si no no existiría- arquetipos de mujeres diseñadas para satisfacer sus más navideñas fantasías sexuales.

Pero finalmente, ¿qué tiene eso de malo? ¿Por qué no me gusta a mi nada?

Pues porque esta generalizada hipersexualización de las mamás noelas tiene consecuencias nefastas para la valoración de las mujeres y lo femenino por encima de su sexualidad.

Y porque es una trampa oscura y pegajosa para la equidad de género la contundencia sexual que yace en el mensaje visual que recibimos al elaborar y visualizar las imágenes de mujeres.

También porque la hipersexualización de las mujeres (y niñas) no ayuda nada a un empoderamiento femenino global y sólido que favorezca el protagonismo de las mujeres en la sociedad de la que formamos parte.

Y en último lugar porque contribuye a afianzar una imagen de mujer que tenemos tan naturalizada en nuestro interior que cualesquiera otras imágenes femeninas nos pueden resultar hasta grotescas. Y eso no es diversidad sino pensamiento único… ¡y qué equivocado!

 

2 comentarios

David

Totalmente de acuerdo con tu artículo y tus reflexiones. Es alucinante cómo ciertos mensajes están ahí y van calando en la sociedad, y lo peor de todo, en los niños y adolescentes usuarios de internet, que desde su más tierna infancia están recibiendo mensajes de la mujer como un objeto sexual. Por ello, lejos de ir avanzando en una sociedad más igualitaria, paradójicamente las «nuevas tecnologías» difunden muchas veces, como en este caso, ideologías y maneras de pensar arcaicas, retrógradas, pudiendo poner trabas al necesario progreso de la sociedad hacia una igualdad efectiva entre hombres y mujeres. Tu artículo me ha hecho pensar y necesariamente me viene a la mente una cuestión, manipulación, es decir, desde los medios o la publicidad parece que es más interesante continuar con antiguos roles por motivos comerciales o para agradar a un público fiel, independientemente de que los valores que representen no sean los más adecuados. Pero vamos, esto último se sale ya un poco del tema pero está relacionado de algún modo, porque internet en gran medida es publicidad.
Un abrazo,
David

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anafvm

Hola David,
muchas gracias por tu comentario. Me parece muy interesante lo que dices por dos motivos. En primer lugar, efectivamente como expones las nuevas tecnologías son un arma de doble filo: por un lado mantienen y refuerzan estereotipos y símbolos dañinos para construir una sociedad igualitaria entre las personas y anular el sentido crítico de quienes consumimos y empleamos esas tecnologías y, por el otro lado, son una herramienta impresionante para fortalcer la participación directa de la (ciber)ciudadanía en la reinvención social. El papel de quienes queremos hacer las cosas de diferente modo será pues el de apropiarnos con firmeza de todas estas herramientas y emplearlas para nuestros fines.

El segundo motivo es el que señalas del uso que le dan ciertos medios y ciertos ámbitos de la publicidad a prototipos existentes en nuestra sociedad para conseguir sus fines, independientemente de valores éticos. Creo que lo que comentas sí tiene mucho que ver con el contenido del post: ¿no es acaso un cebo fácil emplear el cuerpo hipesexuado de las mujeres para llamar la atención, sugerir, vender?

Más allá de todo esto tan sugerente que escribes… para mí lo más interesante desde un punto de vista crítico no es tanto apelar en este caso a la igualdad efectiva -porque ¿no habría también igualdad efectiva si se diera con el cuerpo de los hombres la misma hipersexualización y objetualización?- sino reclamar el sentido responsable y respetuoso del cuerpo de las mujeres.

Gracias por constribuir al enriquecimiento de este blog, David.
Un abrazo!

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