Una de las cosas más difíciles para mí como emprendedora en consultoría de género ha sido la fijación de tarifas.
Esta dificultad puede explicarse de diferentes formas. Sin duda que hay una cuestión de género, de cómo las mujeres nos relacionamos con el dinero, de cómo las mujeres proyectamos e interpretamos nuestro desarrollo profesional, de cómo las mujeres priorizamos unas actividades económicas (no remuneradas) y no otras (remuneradas). Yo sé que el patriarcado ha construido una feminidad a la sombra del poder, y el dinero es poder.
Pero no quiero hablar de esto hoy.
Pienso que junto a esta lectura de género existe realmente una dificultad de fijar tarifas en la consultoría de género porque, sencillamente, este sector está recién articulándose.
Desde hace ya décadas en España existen empresas, profesionales, asociaciones o entidades de otro tipo que han ofrecido y desarrollado servicios de consultoría de género, aunque fuera con otro nombre. Sin embargo nunca se han construido baremos o márgenes generales de lo que consideramos “un precio adecuado”.
Mi intención con esta intervención es que exploremos esta vía, apuntando a un panorama de futuro por construir, necesario para todas las profesionales que nos situamos en este sector, garantía para frenar la precarización y para facilitar los procesos a todas las compañeras.
Un sector articulándose
Uno de los grandes problemas en torno a la fijación de tarifas en la consultoría de género es que no podemos copiar lo que hace el resto porque no sabemos lo que hace el resto. Esto no es como ir a un restaurante. Las consultoras no publicamos nuestras tarifas, las guardamos bien ocultas por diferentes –y seguro que justificados- motivos.
Cuando no sabemos qué hace el resto y tampoco sabemos qué hacer nosotras, se incrementa nuestra inseguridad porque si creemos que fijamos tarifas altas, podemos alejar a la clientela y perder oportunidades de desarrollo de proyectos. Pero si creemos que fijamos tarifas bajas podemos perjudicar nuestra propia marca además de estar perdiendo rentabilidad.
Este miedo doble a perder oportunidades por altos precios por un lado y a trabajar a precios demasiado bajos que nos precarizan, por el otro, es una compañía constante en la consultoría de género.
Precios a nuestra medida
Yo no tengo las respuestas con respecto a las tarifas. Muchas compañeras me consultan y me plantean sus dudas y a veces solamente atino a dar recomendaciones globales a partir de mi propio proceso y de mi trayectoria.
Yo solo puedo habar desde mi experiencia, desde las cosas que me han funcionado y desde las torpezas o equivocaciones que he cometido.No puedo deciros cuál es el precio justo porque ese es un precio para cada una. Estoy convencida de que uno de nuestros enormes retos en la Asociación Profesional de Consultoría de Género es precisamente el de establecer unos baremos de tarifas (al menos de mínimos) que nos permitan movernos con mayor seguridad y compás entre unas y otras.
Cuando pienso en las tarifas, me gusta plantearme las cosas teniendo en cuenta tres factores: la rentabilidad del proyecto en un sentido amplio, la valoración de los costes de todo tipo que puede suponerme y el tipo de clientela con la que estoy en comunicación. Sobre estos tres factores hablaré en mi intervención en el V Encuentro de Consultoría de Género (29 de junio, Salamanca), así que ya publicaré el material.
Y por encima de estas tres cosas una idea permanente que me guía en el establecimiento de tarifas y en el diseño y elección de mis proyectos: el disfrute. Trabajar para vivir. Mi manera de entender esta profesión en la que he tenido la oportunidad y la inmensa suerte de desarrollarme. La combinación del compromiso social con el mío propio laboral. Y una pregunta siempre constante que no dejo que me abandone:
¿Merece la pena?
Cómo agente de igualdad frustrada, ya que las instituciones nunca ofertaron tantos puestos como dijeron que serían y como sicóloga de amplia experiencia profesional….la reflexión que hago ante tu » duda»… valoremos nuestro trabajo según las siguientes variables:
Formación
Experiencia
Tiempo dedicado a la consulta y
Características personales y circunstanciales de la persona consultante… La pregunta es: quien viene a consulta?
Tienes razón. Se dio muhco bombo y luego no se establecieron medidas reales que garantizaran puestos de trabajo en este sentido. Ahora parece que cobra un nuevo impulso, pero vamos a ver en qué queda la cosa.
Me convencen los factores que mencionas para el establecimiento de las tarifas, de hecho van muy en la línea de lo que yo también considero. Justamente mañana o pasado subiré mi video de la intervención sobre este tema que hice en el Encuentro de Consultoría de Género y allí desarrollo un poco más estos factores.
Gracias por tu contribución, M. Luisa.
Hasta pronto!