«Cuando se nos enuncia como madres se antepone la relación con nuestrxs hijxs a cualquier otra de las dimensiones de nuestra identidad, porque ser madre, en el fondo, es desaparecer».
Habla Brigitte Vasallo de la posibilidad de tener hijxs sin convertirnos por ello en madres. Nada tan revelador he escuchado nunca sobre mi maternidad, o sobre mi relación con él (mi hijo) y con ella (mi hija).
Me costó años definirme como madre. Tardé tiempo en poder decir «mi hijo». Y aún hoy me resulta difícil dibujar mi perfil como una mujer que tiene un hijo y una hija. Recuerdo las caras de extrañamiento a mi alrededor cuando he confesado esta sensación informe y rara. Incluso alguna vez me han jaleado diciéndome “pues ya es hora, guapa”. Lo que me pasaba es que no era capaz de definir mi vínculo de madre de una manera ajena a la idea de maternidad que yo misma tenía, que me habían enseñado.
Al ser madre creí que el feminismo, y no sólo la construcción patriarcal de la(s) mujer(es), me habían restado potencia y dinamitado mi autoconfianza sobre la decisión de tener hijxs: o respondía a las expectativas sociales que se tenían sobre mí, y entonces me convertía en una mujer convencional y desempoderada, o luchaba contra la unión naturalizada de la mujer y la madre, y entonces seguía mi vida adelante sin haber cumplido un deseo de profunda curiosidad que realmente latía en mí. Como feminista era doloroso creerme caída en el rol del que tanto huí; como mujer era terrible definirme principalmente como madre, dando sombra a todas las demás identidades que tengo, que quiero, que ofrezco.
Teo y Vera son mis hij@s pero son mucho más que eso, del mismo modo que yo soy su madre y soy al tiempo mucho más que eso.
Porque soy una cis mujer, soy hetero, vivo en pareja y en familia nuclear, trabajo dentro y fuera de casa y unos cuantos convencionalismos más. Y soy feminista. Y subversiva en la vida que día a día respiro y transformo. Y también follo y me ensucio y grito, y quiero estar sola tanto como acompañada, y quiero cumplir mis sueños sin que entren en conflicto con los de mis hij@s. Y soy una buena madre, carajo, pero no la buena madre. Y no puedo sino acordarme de aquel verso de Walt Whitman que me marcó tanto ya desde la adolescencia: “Soy inmenso, contengo multitudes”.
Gracias Brigitte Vasallo por recodarme que mi maternidad está definida únicamente por la relación que tengo con mi hijo y con mi hija, por permitirme escapar con tu lucidez de la nada devoradora que es esa maternidad absoluta que hemos ido reproduciendo culturalmente y que nos ha ido comiendo o anulando a las mujeres, con o sin hijxs.
Deja una respuesta