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Brechas

Hace unos días, a través de una compañera de feminismos, Nieves Salobral, hablé con Nerea Sancho, de Katakrak (Pamplona), para preparar un taller sobre maternidad y feminismo en el marco del curso «Maternidades, Economía y Comunidad«.

Por esas malas coincidencias de la vida, finalmente no voy a poder ir a impartirlo pero las posibilidades del debate se volvieron a abrir en mí. ¿Quieres saber cómo?

A mi modo de ver, el entendimiento de la maternidad desde los feminismos está hoy protagonizada por una brecha bastante profunda pero, creo, también angosta. Las formas de plantear esta brecha son muy diversas y, con más o menos acierto, plantean un enfrentamiento real. Hablar de estas dos amplias posturas feministas no es fácil: estereotipos y generalizaciones nos abrasan.

Aquí recojo una primera aproximación a cómo yo lo veo.

 

 A un lado de la brecha

Existen muchas feministas que apelan a la naturalidad (en tanto biología) de la función reproductora femenina para sostener que la díada madre-criatura tiene una esencia única y no reemplazable que determina el desarrollo evolutivo de los bebés, su bienestar presente y futuro y también el de la madre. El mantenimiento de este vínculo es clave para un óptimo desarrollo de las personas (en términos de salud física, psicológica y emocional) y, por extensión, para un mejor funcionamiento social.

De este modo, las prioridades políticas e institucionales en torno a la maternidad y la crianza deberían centrarse principalmente en su defensa y protección. El eje ideal de esta protección estaría marcado por el respeto a los tiempos naturales de crianza pautados por la lactancia materna y la priorización de los derechos de las madres en el cuidado filial.

A este lado de la brecha, los derechos de las niñas y los niños tienen el mismo peso argumentativo y político que los derechos de las madres. Es decir, desde estos feminismos los debates en torno a la maternidad no pueden aprehenderse sin tener en cuenta la otra parte de esa fusión dual que, en definitiva, genera la maternidad: las hijas, las niñas, quienes nacen.

Al otro lado de la brecha

Desde este otro lado, la imbatibilidad del vínculo madre-hija se desvanece en una idea más extensa del apego. Quienes miran la maternidad desde aquí entienden y, a veces, practican, una crianza no centrada en el apego materno-filial sino en el establecimiento de vínculos primarios que trascienden a la madre (lo que no necesariamente excluye la lactancia a demanda, el colecho o el cuidado exclusivo una vez finalizado el permiso de maternidad) y dan cabidas a formas familiares no enraizadas en la biología.

 

La clave de esta postura es la de comprender que la biología no tiene por qué ser el eje vertebrador del arquetipo de la Madre ya que éste puede ser performateado por cualquier figura que encarne un vínculo primordial en el desarrollo del bebé. Por consiguiente, el conjunto social -y no sólo la madre- puede asumir la responsabilidad de los cuidados infantiles sin que ello suponga un agravio trascendental para las niñas lo que, de hecho, deriva en las llamadas políticas de conciliación o, en un estadio más avanzado, corresponsabilidad social.

En esta postura, los derechos de los niños subyacen pero desaparecen por ser subsumidos por un entendimiento mercantil de los tiempos de vida de las personas, particularmente de las mujeres quienes, habiendo ampliado sus cuotas de movimiento y decisión, se sitúan como principal sujeto del reconocimiento de derechos: derecho a la baja, a las ayudas, a la reducción de jornada, al horario ampliado de los colegios, a los campamentos urbanos, al tiempo propio y al desarrollo profesional (derechos estos últimos que son germen de las actuales propuestas a los permisos de maternidad/paternidad iguales e intransferibles)…

 

Cerrando, por ahora

En torno a las dos posturas someramente representadas, y pasando aquí por alto sus inmumerables matices, posibilidades, desafíos y perjuicios, se abren decenas de interrogantes feministas que nos obligan a seguir pensando y a dar respuestas y reflexiones compartidas, una vez que ya nos hemos vilipendiado lo suficiente las unas a las otras.

Desde mi perspectiva existen tres líneas de reflexión y debate que a mí me parecen principales y que, con urgencia, debemos trillar acompasadamente:

  1. ¿Cuáles son los puntos de unión e intereses comunes entre los diversos posicionamientos feministas en torno a la maternidad?
  2. ¿Cómo recolocar el rol reproductivo en un contexto social y político capitalista y profundamente individualista de tal modo que pueda ser germen de estilos de vida alternativos?
  3. ¿Qué estrategias posibles tenemos para defender y proteger las maternidades y su diversidad (adopción, homosexualidad, familias no nucleares, diversidad funcional) desde las instituciones y las comunidades sociales?

 

De todas las vueltas que le he dado al ejercicio de nombrar la distancia entre estas dos principales líneas de feministas en torno a la maternidad, esta forma me ha parecido la más fiel a lo que yo creo que concentra la esencia de cada postura. No obstante, la prudencia me obliga a subrayar que entre quienes se encuentran tanto en uno como en otro de los lados existen, doy fe, numerosos matices de postura e incluso algunas divergencias.

Hoy aquí no cabe todo.

Seguiremos con esto en #MaternidadesAlHabla. No te lo pierdas 🙂

26 comentarios

Irene

¿Dónde hablo yo en ese artículo del bienestar óptimo de los bebés? 😛

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anafvm

Irene, qué alegría tenerte por aquí!
Es cierto, realmente tu artículo no habla del bienestar de los bebés pero me parecía muy ilustrativo de una posición feminista que se sitúa a «ese lado de la brecha» entendiendo los cuidados como una globalidad no sólo de carácter político sino también moral cosa que, a mi modo de ver, también falta en otras posturas feministas.
Y ahora ya que cada cual hile los artículos como quiera en su pensamiento.

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Irene

El día que yo hable de determinismo biologicista, matadme, plis. Tengo una hija prematura que estuvo 60 días metida en una incubadora, con el vínculo todo hecho un ascazo, la pobre.. Y oye, es súper feliz 😉 Lo mío no va por ahí. Un beso 🙂

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anafvm

Intentaré estar más fina al intentar comprender, entonces, por donde va lo tuyo… Y lo de otras.
Y, sí, quiero comprender. Pero no sólo a través de un post sino también a través de nuestras otras manifestaciones.

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motherkiller

Hola Ana, también discrepo de la posición en la que me sitúas. Para mí, cuidar a mi bebé, amamantarle y no tener que soltarle en una guardería a los 4 meses es fundamentalmente un derecho materno. Que el bebé se va a criar super sano, seguro. Pero es mi decisión criar y amamantar o seguir sirviendo al sistema productivo a costa de que otras personas (que no son su padre, olvídate) cuiden a mi bebé.

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anafvm

Quizá, entonces, una no supo recoger bien los mensajes vertidos en otras ocasiones cuando el bienestar de los bebés y el vínculo materno-filial aparecieron con tanto protagonismo frente a otras posibles estrategias de vida de las mujeres.
Mis disculpas por haberos situado allá donde no os encontráis.
Quizá todas tengamos que hacer un esfuerzo por no colocar a la otra en un lugar donde no se encuentra… Y simplemente seguir hablando hasta entender las múltiples posturas, las brechas -que no será una como nosotras mismas damos a entender al resto de los mortales- y los matices que nos colocan en el lugar de madres feministas que queremos ocupar.

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Irene

Todo depende cómo se sitúa una frente a la maternidad. Si lo consideras un derecho o una carga. Ni más ni menos.

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Irene

Lo que no excluye que una, una vez metida en materia, no sepa apreciar convenientemente el peso que la maternidad significa. Es sólo que si lo consideras un derecho es mucho más fácil ver quién no te está acompañando a cargar ese peso y por qué. Lo primero que tenemos que aprender las mujeres es a asignar convenientemente las culpas. Que la lactancia sea un coñazo por ejemplo, no es culpa de mis tetas, ni mía, es culpa de quién no está colaborando en que no lo sea.

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anafvm

Irene, me haces pensar, y eso me gusta.
En referencia a considerar la maternidad como un derecho o como una carga, yo tendría varias cosas que decir porque creo que sería fundamental distinguir entre un plano individual (de vivencia de cada quien, actitud o sentir) y otro político (de cómo la sociedad está respondiendo ante el hecho maternal). Voy a darle alguna vuelta a ello.
Por otro lado, tu último comentario a mí me parece bastante claro y que además lleva directamente a la noción de corresponsabilidad y reparto de los trabajos, tiempos de vida, oportunidades, etc. En este sentido, nuevamente, un compromiso que creo que tenemos como feministas es el de idear las mejores formas de corresponsabilidad social, para que podamos ejercer nuestros derechos a la maternidad sin que se produzca en detrimento de otros derechos. Así es por lo menos como lo entiendo yo. Al final, es quererlo todo. Y saber que tenemos derecho a todo.

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Irene

Claro. Pero igual yo quiero repartir la corresponsabilidad con mi prima (y ella conmigo, quién sabe?). Mi único problema con algunas posturas es la palabra «intransferible» :.P

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anafvm

¡Por supuesto! Las primas son bienvenidas. Sería fantástico que pudiéramos llegar a una noción de corresponsabilidad social en la que cupieran modelos de maternaje extensos y no cerrados a la familia nuclear. Por otro lado, a mi la «intrasferibilidad» no me da problemas. Creo que se podrían articular permisos extensos para madres y sumarles una parte intransferible para otra persona cuidadora/de apoyo maternal que pudiera darse en caso de ser solicitado. Creo que por esta vía, además, estaríamos dando un giro interesante hacia las posturas feministas de replanteamiento del empleo/trabajo y sus derechos.

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Irene

intransferible ¿para qué? Es que a lo mejor no quiero compartir la corresponsabilidad con mi prima. A lo mejor quiero compartirla con mi prima y con mi madre, o con nadie. Intransferible es restrictivo e inflexible, en serio olvidaros de «intransferible». Cuando introduces ese concepto te cargas todito lo demás. Incluyendo la parte de autoridad.

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anafvm

Bueno, pues a mí no me lo parece. Creo que «intransferible» es una vía corta para atajar parte de la discriminación que las mujeres enfrentan en el mercado laboral, por ejemplo. Creo que intransferible contribuye a generar debate sobre la exclusividad femenina de los cuidados. Creo que intransferible puede dar armas domésticas a las mujeres para gestionar sus asuntos heteroafectivos. Creo que intransferible situa al Estado en una posición de reconocimiento de que los cuidados no son sólo responsabilidad única de las mujeres.

Creo que intransferible puede ser un camino intermedio hacia un feliz más libre o menos rígido. No tiene por qué ser una solución final.

Pero entiendo tu punto, Irene. Seguiré pensándolo.

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Irene

Yo creo que todo eso se puede conseguir por otras vías. Y que en realidad es una lucha que no nos corresponde. Puede que al feminismo le corresponda luchar por la obligación de los hombres de participar en las crianzas, pero no por su derecho intransferible a hacerlo. Eso es cosa suya, sin que yo lo vea mal, eh, que quede claro, pero no es una lucha feminista. Es una cuestión otra vez de posición. Todo es desde donde nos estemos colocando. Yo no soy una víctima de mi maternidad, mi maternidad ha sido atacada por el sistema.

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anafvm

Una cosa más para llevarme esta tarde de camino al cole. Espero que me dé tiempo a pensar en todo.
Me encantan tus dos últimas frases.
No veo claro del medio: igualluchar por el derecho intrasferible del otro estoy luchando también por mis derechos. Si sumo luchas, gano más.. ¿no?

(oye, ¿ya nos dijimos que éramos incansables?)

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Irene

Depende de qué luchas estés sumando xD. En este caso, el concepto «intransferible» lo convierte en luchas opuestas 😉 «Permisos de cuidados» genial, largos, larguísimos y para que nos los repartamos como queramos. Y ahí hasta podemos decir que es un derecho del niño (o de la persona dependiente, que siempre se nos olvida que a los dependientes también los cuidamos nosotras).

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anafvm

Creo que tenemos que seguir sacando punta a lo de intransferible… o por lo menos yo 🙂 ¿Convincente te llaman?

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Irene

Eso sí, tengo muy clara una cosa, en Mi maternidad, la autoridad soy yo. Y creo, de verdad, que ese es el punto de reivindicación que las feministas deberíamos tener claro. Sin ningún miedo.

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anafvm

Firmo y sello.
Sólo un apunte: habríamos de distinguir entonces ente maternidad y crianza porque, en el caso de haber más personas involucradas en el maternaje (como tu prima 🙂 no estaría bonito que las decisiones se tomaran desde una única fuente de autoridad, ¿no te parece?. Por ejemplo, yo tengo una amiga (hetero) que, siendo ella la máxima autoridad en el cuidado filial, apenas deja espacio de decisión a su pareja.. y eso genera conflictos entre ellxs, entre sus hijxs y en casi en el universo entero.
Miedos no, pero sí sensatez.

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Irene

Hay tantas cosas que serían bonitas…sería bonito que no hubiera guerras, ni divorcios contenciosos, ni violencia de género, ni luchas de poder. Eso es lo que significa «tener la autoridad». No es no permitir espacio para las decisiones de otros, es no permitir jueguecitos de dominancia. Créeme, cuando dices que en tus tetas mandas tú, hasta el portero se siente con derecho a ponerte en tu sitio. A ver si es que se nos ha olvidado que el patriarcado no es más que un sistema cuyo objetivo es desautorizar a las madres. Lo que yo pacte con mi prima es cosa mía, en serio, yo soy buena gente, hago cosas bonitas y no abuso, no te preocupes por eso 😉

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anafvm

¡Jamás lo dudé! Un poco demasiado ácida, quizá, pero se hace entretenido. Ahora ya entiendo bien lo que quieres decir: «ni desautorizar a las madres». Firmo y sello, nuevamente.
Es que, ya sabes, me dijeron que había que hilar muy fino en los escritos públicos y aprendí bien la lección 🙂

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Mónica

Humildemente, a mi es que esta lucha ya me cansa. (Debe de ser que ya me han insultado todo lo que se podía insultar y no hay novedades por ahora). ¿Por qué nos tenemos que poner de acuerdo? ¿Por qué todas las mujeres «debemos» vivir con igual entusiasmo, deseo, elección las diferentes opciones de la vida? ¿Por qué tiene que haber una única manera «correcta» de enfrentar la maternidad desde el feminismo? Es una contradicción en sí mismo luchar por la libertad pero solo admitir una opción posible.
En lo que a mi respecta, he tomado las decisiones que he tomado porque las he considerado un derecho. Era mi derecho ver crecer a mis hijos. Y, desde luego, como derecho que es comprendo que haya quien no desee ejercerlo. La cuestión política al respecto sería proveer la leyes que permitieran la opción real de las mujeres. Quien desee incorporarse inmediatamente al trabajo puede hacer (excepto por unas pocas semanas que las políticas se saltan a la torera dando buen ejemplo a las demás y a los empleadores); lo único que necesitamos son medidas de protección para que quien elige otra cosa no sea penalizada profesionalmente.
Lo demás, la idea de que maternar es un paso atrás al esencialismo de moral de rancia, es que no merece ni ser contestado. Sobre todo cuando estos argumentos los esgrimen señoras en su ocaso que, incluso, tomaron como opción la no maternidad. A ver si hasta el gato va a venir a decirme cómo tengo que vivir mi vida. Eso sí, en nombre de la libertad. Todo muy coherente.
Gracias por traer de vez en cuando el tema. A mi se me olvida.

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anafvm

Hola Mónica, gracias por tu comentario. Creo que tienes razón en que no tiene mucho sentido que nos empeñemos en encontrar una única manera de vivir la maternidad. También estoy de acuerdo contigo en lo cansino que es entrar siempre en el intento de argumentar que hay mejores formas de vivir la maternidad desde el feminismo. Incluso muchas veces ni lo argumentamos, solamente con nuestra actitud y con nuestro tipo de reacciones estamos dando ese mensaje.
Sin embargo, sí creo que tenemos una responsabilidad en intentar ponernos de acuerdo. No en la vivencia de la maternidad (eso, como dices y replico, es una necedad y un atentado a la libertad) sino en el diseño de las fórmulas políticas para regularla y protegerla. Y es ahí donde tenemos que hablar y hablar y hablar. Proque parece sencillo «proveer leyes que garanticen la opción real de las mujeres» pero no lo es. Y no lo es porque nuevamente en la definición de esa «opción real» nos encontramos con innumerables puntos de vista y a veces seguimos, tristemente, dándonos de tortas o hablándonos con resquemor. Y entonces la «opción real» la deciden otros. Y eso sí que jode.
Tu último párrafo lo suscribo palabra por palabra.
Gracias por volver a hablar de ello a pesar del cansancio infinito.
Un abrazo.

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