Las feministas de verdad (no) son activistas

Las feministas de verdad (no) son activistas
 

Este año me he dado cuenta por fin de una realidad que tenía frente a mis ojos pero que no conseguía enfocar. Soy tan necia a veces que no veo lo que tengo delante de mis narices.

La realidad es que no todas mis amigas feministas son activistas. La cruda realidad es que alguien puede ser firme defensora de unos ideales, unos principios o un modelo social y hacerlo tranquilamente desde su casa. La verdad aplastante para mí es que tengo amigas feministas maravillosas que prefieren tomarse para sí una tarde de domingo que hacer cualquier tipo de activismo.

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Ganemos Majadahonda: el fin y el principio

Cuando parecía que los partidos políticos estaban abocados al fracaso, apareció Podemos generando ilusión y utopía de cambio. No diré que yo no me ilusioné.

Podemos tira fuerte y se mantiene en la cresta de la ola pero dentro de unos años, antes de que nos demos cuenta, Podemos será un partido más con su propio rol (de casta) en las instituciones.

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Parques Reunidos, ¡multiplicaos!

Parques Reunidos, ¡multiplicaos!
 

Dicen que tener y criar hij@s de una forma entregada resta posibilidades y oportunidades para desarrollarse en otros ámbitos. Lo dicen y aciertan. Pero todo ello se dice en un entorno de absoluto predominio del empleo como factor de integración social, éxito (o subsistencia) económico y autorrealización personal. En este contexto, tener y criar hijes siendo mujer resta muchas más oportunidades.Leer más

FEMINISMO: la palabra maldita

FEMINISMO: la palabra maldita
 

He pasado un par de días en Pamplona impartiendo unas sesiones a las compañeras de las Unidades de Igualdad de Género de los departamentos de la Administración Foral. En su práctica mayoría, son mujeres (y dos hombres) en férreo compromiso con la incorporación de la igualdad de género en la práctica administrativa. Pero cuando se trata de hablar de “feminismo” las resistencias aparecen.

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Y tú, ¿por qué te depilas?

Y tú, ¿por qué te depilas?
 

Yo, que tengo cierta desconfianza hacia los feministómetros, dudo mucho de que el depilarse o no depilarse hable de un grado mayor o menor de identidad feminista. Yo creo en la elección porque creo en la capacidad crítica de las mujeres. Por ello, entiendo que la manera de enfrentar el mandato de género que obliga a las mujeres a depilarse no es necesariamente dejar los pelos crecer sino cuestionar la ciega asimilación de prácticas sociales femeninas.

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Amas de casa, uníos

Dice Rosell, el Presidente de la CEOE, que las amas de casa (y “amos”, que en este caso no se ha olvidado del sexo menos representado) se apuntan al paro para intentar cobrar un subsidio. Y, claro, en ese afán por pillar cacho del pastel que es cada vez menor, lo que están haciendo las sinvergüenzas es falsear los datos de desempleo real. Cómo se atreven.

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Somos chicas y chicos, pero ¿desde cuándo?

Apenas ha cumplido los cinco años y mi hijo ya tiene muy claro qué cosas son de chicos y cuáles no. La sociedad está haciendo bien su trabajo.

Sin darnos apenas cuenta, transmitimos a las niñas y niños pequeñ@s valores y formas de «ser chico» y «ser chica» que, al mismo tiempo que les permite construir una identidad basándose en mensajes seguros, les encorseta en una manera de estar y ser en el mundo ceñida a los mandatos del género. Qué grande es el poder del género, cuán inmensamente está impregnado en nuestros chips mentales y afectivos.

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